ELSILENCIO DE AMOR DE JOHN LENNON

19.10.2010 18:50

 

Antecedentes:

Se dice que cuando un ser humano entra en su indefectible proceso de agonía, tiene la extraña facultad de realizar una relampagueante retrospectiva a su propia historia de vida. Si esto es verdad John Lennon se acercó a su pasado remoto y reciente aquél trágico ocho de diciembre de 1980 alrededor de las once de la noche -según podía verse en los relojes de Nueva York- en ese momento inevitable que para muchos era, sólo un momento más.

 

Por una indescriptible magia, Lennon pudo ver la sonrisa de su madre, escuchar las voces de sus tíos y divertirse con los juegos de sus primos. Pudo ver los rostros de sus amigos de la escuela y el hechizo gestual de su primera novia. Tuvo enfrente las giras y la histeria que provocaban Los Beatles, las canciones inolvidables, los momentos de mayor emoción y contagiosa dicha que flotaba en el aire como mariposa primaveral al atardecer.

 

Miró como en una película realizada por un gran cineasta, los movimientos sociales encabezados por él y su esposa Yoko Ono. Él era el líder y los demás justificábamos nuestra juventud y rebeldía con sus canciones hermosas. Observó por esa ventana singular, la tranquilidad y armonía de los días del Dakota. Todo fue en milésimas de segundo, todo excepto los placenteros y emocionantes viajes que contrarrestaban las fuerzas del destino, tampoco pasaron veloces los apacibles días en su departamento de Nueva York, pues estos felices amaneceres postrimeros permanecieron -en su mente que languidecía-, por más milésimas de segundo que otras escenas, esto fue como un sortilegio de agradecimiento que sólo se les permite a seres irrepetibles, seres humanos que han aportado al mundo una razón más para considerar a la vida, hermosa y buena.

 

Todo eso sólo lo pudo saber John Lennon, un hombre distinto, cálido en ideas y sentimientos que deambulaba en una noche decembrina igual a todas, fría en temperatura y en emociones humanitarias, camuflajeadas acaso, en la gran urbe indolente erigida con sueños e ingenio, pero forjada también con hierro y displicencia.

 

Esta fue la ciudad que John Lennon eligió para vivir, ésta fue su casa y Nueva York a su vez, se sentía feliz y orgullosa de alojar entre sus calles a un artista genuino y sin par.

 

Al pacifista y creador plástico le gustó la ciudad de los rascacielos porque era liberal, multiétnica y plurilingüe, bizarra en algunos momentos y llena de sublime esteticismo en otros. Nueva York no era como la vieja Inglaterra puritana, clasista y llena de convencionalismos y prejuicios, por el contrario, era alegre, insomne, ruidosa, viva, casual, cultural y llena de nuevas propuestas artísticas que obligan a uno a cambiar de derroteros, pues como Lennon siempre lo dijo desde joven: en la vida hay que renovarse o morir.

 

No es que la Big Apple haya hecho de Lennon un hombre nuevo, ni siquiera diferente, sólo matizó su aguda óptica social y existencial. Lo mismo puede decirse de la influencia que Yoko ejerció sobre él, no es que antes nuestro cantante hubiera sido un rebelde que encauzaba toda esa indocilidad en canciones bien pensadas y mejor escritas y que ahora se hubiese convertido en un sumiso padre de familia.

 

De cualquier manera eso nunca lo vamos a poder saber, lo que sí tenemos como certeza absoluta es que el talento, originalidad y belleza con que hacía sus composiciones, (y el sentimiento con que las cantaba), jamás lo abandonaron. Un hombre de etapas y evoluciones, creador y único, pero en el fondo un enamorado y rockero a más no poder.

 

John Lennon al morir tan joven se vuelve todo un panal de especulaciones. La primera frase que se acuñó alrededor de su muerte fue: “Muere el hombre pero nace la leyenda”. Sin embargo esto no es del todo correcto, pues su imagen idílica ha sido deformada con muchos mitos. Hay por ejemplo, quien asegura que Lennon tenía el complejo de Edipo y que veía en Yoko a su propia madre más que a una esposa, de hecho en la intimidad él la llamaba así, “mother”. Pero.. ¡Qué más da!

 

La realidad es un instrumento de la sensatez, que en teoría, debe vencer a las ficciones, en ese sentido tenemos que decir que Lennon antes que nada era un hombre, un mortal susceptible de tener miedos, sueños, errores y equivocaciones, un humano con derecho para exhibir o sufrir debilidades, tentaciones y hasta alergias, ¿Por qué no?

 

Todas estas circunstancias las presentaba John Lennon en el lapso final de su vida. Esto les gusta mucho a los historiadores: periodizar al tiempo. La corta pero asombrosamente vida productiva del profeta de la paz ha sido seccionada en intervalos con nombres muy definidos como el “Fin de semana perdido” o “Los días del Dakota”. Esto, es verdad, facilita las explicaciones de los biógrafos, pero también es cierto que nunca existe una frontera absoluta entre los acontecimientos de vida de una persona, aunque Lennon bautizó a su etapa musical improductiva, (improductiva para el público) que duró alrededor de cinco años como “El Silencio del Amor”

 

A fuerza de ser quisquillosos y si optamos por continuar con este esquema tradicional, recordemos algunas actividades que realizó Lennon de 1975 a 1980 en el contexto de desatender a la farándula y voltear la mirada al entorno familiar, sobre todo para valorar el esfuerzo cotidiano que hacen las madres y esposas en trabajos hogareños a simple vista tan simples como hornear un pan o asear a un bebé. Una faceta interesante que el machismo mal disimulado nunca ha visto con buenos ojos.

 

Reseña datista:

En el primer mes del calendario de 1975 John Lennon se reconcilia con su esposa y regresa  a residir al edificio Dakota, una zona residencial con vista privilegiada al Central Park aquí empieza su confinamiento voluntario, pocos días después la sociedad llamada The Beatles se disuelve de manera jurídica y formal, en tanto el tema escrito por Lennon: “#9Dream” llega al primer lugar en el Reino Unido. Vienen después varios lanzamientos discográficos: el álbum “Rock ‘n’ Roll” en su variante titulada “Roots” y el recopilatorio “Shaved Fish”; del mismo modo las canciones firmadas por Lennon aunque vocalizadas por otro interprete: “Rock and Roll People” y “Lucy in the Sky with Diamonds” se colocan en los exhibidores de las tiendas relacionadas a estos productos.

 

Hasta aquí los discos. Siguen entonces las presentaciones públicas del incomparable, a veces enigmático, pero siempre de inteligencia hipnótica: John Lennon.

Asiste entonces a la entrega de Grammys y lo invitan a programas especiales de televisión como: Old Grey Whistle Test, Salute to Lew Grade y Tonight, paralelamente su canción “Stand by me” realizada con su agradable voz raposa se coloca en el primer lugar de las listas inglesas.

 

Sin eludir su campear con el arte, Lennon cambia el estudio de grabación por tribunales judiciales y enfrenta un juicio migratorio para conseguir su residencia legal en los Estados Unidos, un asunto legal que finalmente le es favorable.

 

Empero la vida, al cumplir un plan trazado por una fuerza directora y desconocida, le da a Lennon otro hijo, a cambio, seis meses después le arrebata a su padre. 1976 le permite a Lennon redescubrir una faceta ignota: el difícil arte de ser papá y de educar a un nuevo ser humano.

 

Anda el tiempo y al año siguiente entran los numerólogos, astrólogos, videntes, magos, egiptólogos y otros especialistas esotéricos y metafísicos cuyo trabajo psíquico era velar y cuidar la vida y felicidad de la familia Lennon, a éstos luego se le ve degustar una cena con el presidente americano Jimmy Carter.

 

 

 

No se sabe nada de ellos sino hasta marzo, cuando deciden pasar un tiempo en la granja del artista George Maciunas ubicada en New Marlboro, Massachusetts; más tarde, en abril John lleva a Sean a un espectáculo circense en el Madison Square Garden, en junio realiza un viaje como turista anónimo a Hong Kong. En julio, él y Sean visitan el zoológico de Tokio. Para finalizar este año John Lennon pasa la navidad con sus dos hijos Julián y Sean y claro, con su insustituible esposa.

 

Durante el verano de 1978, Lennon realiza otro viaje a Tokio y visita las islas Gran Caimán, en octubre celebra el cumpleaños número tres de Sean y el 38 propio, en Nueva York.

 

La principal noticia que se puede rastrear de 1979, es la carta que la pareja polémica hizo al prestigiado “New York Times” que como inserción pagada se publicó con el ajado título “A love letter from John and Yoko. to people who ask us what, when and why”, que tenía como colofón la frase: “Notamos que los ángeles nos miraban mientras escribíamos esto” (ya desde el álbum “Dos Vírgenes decían que cuando dos santos se juntan, es humildad). En el verano de este mismo año la familia Lennon viaja a Karuizawa, Japón. Entrado diciembre se disuelven algunas compañías propiedad del matrimonio, entre ellas: Joko Films Ltd. y Bag Production Ltd. En ese mismo año Lennon aterrado por la creciente e imparable delincuencia que utiliza armas de fuego para sus fechorías en su amada ciudad adoptada, decide donar cien mil dólares a la policía citadina para la compra de chalecos antibalas.

 

Al iniciar 1980, John y Yoko deciden comprar una casa en Palm Beach, Florida que costó 700 mil dólares, ésta, entre otras propiedades. En marzo celebran su aniversario número once y John hace un viaje a Sudáfrica con el propósito de ganar independencia al destino, esto en apego a las instrucciones dictadas por el tarot infalible que Yoko consultaba. En otro viaje direccional, ahora a Bermuda, John Lennon realiza algunos aciertos compositivos que luego son grabados en Hit Factory. Por esos días se publica la noticia de que la oficina de negocios de Yoko vende una enorme vaca por 265 mil dólares, un precio record mundial.

 

Entonces acaba el ayuno artístico o Silencio de Amor como el mismo Lennon le llamó a estos cinco años y cinco días que mediaron desde la publicación de “Shaved Fish” hasta el “Double Fantasy” y se lanza al ávido mercado el sencillo “(Just Like) Starting Over”, una bella canción romántica si bien con un sonido ya propio de los años ochenta.

 

En noviembre, Lennon se reúne con su viejo colega Ringo Starr y le entrega algunas composiciones para que el antiguo baterista de Los Beatles las registre en disco.

Debido a la reactivación de la carrera musical del multifacético artista comienzan las largas entrevistas para medios tan connotados como Rolling Stone. El cinco de diciembre graba una entrevista para la revista de las chicas hermosas Play Boy, al otro día graba otra para la BBC Radio One y el día ocho de diciembre por la mañana, graba una más para American Radio Network RKO.

 

Conclusión:

John Lennon el hombre, el artista, anecdótico, mordaz, lleno de humor y carisma, con pocos amigos cercanos y asistentes como Elliot Mintz, Peter Boyle, Fred Seaman o Nishi Fumiya, y con muchos seguidores en el mundo que nunca lo conocimos físicamente, pero que nos acompañó con su música, prototipo y empuje, a declararnos por ejemplo, a nuestra primera novia, a llorar por las primeras decepciones amorosas, a pensar o a reflexionar en serio sobre el futuro. Los que le debemos tanto, no podemos compensar su obra, legado e influencia en un mero comentario escrito. Este no puede explicitar las emociones ni las coincidencias. Podrá ser en todo caso, una simple impresión y reflejo de la admiración que sentimos por él. Pero nada más.

 

Lennon que entonces era un artista lleno de epítetos, mundialmente conocido y sin lugar a dudas uno de los más influyentes en la historia de la música, (a pesar de lo flacucho y miope), en sus últimos cinco años de vida buscó la clausura y anonimato por voluntad propia, lo hizo para lograr un reencuentro consigo mismo, para tener una oportunidad de reexaminar sus prioridades, un tiempo para aceptar al hombre maduro con convicciones latentes que le permitieran afinar nuevas habilidades; el rico y excéntrico John Lennon se volvió de pronto cocinero, coleccionista de portafolios y tarjetas postales, lector goloso y un fotógrafo que ama la privacidad con la familia y las tareas sencillas de casa. Consiguió algunos cambios de hábitos más saludables y su alimentación se volvió macrobiótica.

 

Y a la inversa, el apacible amo de casa que regresa al mundo del espectáculo con una nueva producción discográfica maravillosa y que planea una gira intercontinental no para ganar más fama o reputación pues él en este instante, ya estaba muy por encima de éstas vanidades humanas. Lo hizo por que en el fondo siempre fue un creador de arte y necesitaba expresarse ante el mundo, pues finalmente un poeta necesita ser escuchado.

 

De cualquier forma el genio sensible, rebelde, amante y analista de la vida, jamás dejó de componer ni de canturrear tonadas, ya sea al piano, la guitarra o bien acompañado de una caja de ritmo electrónica. Lo suyo, lo sabemos, era la música.

 

Hay muchas películas recientes que pretenden reflejar los momentos y emociones últimas de John Lennon, desde luego con el sabor teatralizado y dramatizado que los directores de largometrajes comerciales deben imprimir a sus trabajos; uno de ellos dice que Lennon se cortó el pelo aquél fatídico día y que muchas otras circunstancias hubiesen evitado su muerte. Pero para la historia no existe el hubiera y sólo nos queda a los que esperamos turno, reflexionar sobre este momento final, que en todo caso no es tan importante y que para muchos como siempre ha sido y será, es sólo un momento más.

 

Es un momento más, pero cuando se trata de seres que nos han marcado para siempre, nuestra mente y corazón, no terminan de asimilarlo nunca.

 

 

Álvaro Ávila Cruz