De la Omnipresencia de John Lennon

30.12.2008 15:39

Jorge Alberto ganó el primer lugar con un relato de sus vivencias en la Beatlemanía.

 

Mi primer encuentro con John Lennon fue casual, nada planeado. Hace muchos años, tal vez unos 20, mi primo Mauricio nos llevó a mi hermano y a mí a ver una película en el hoy mal aprovechado Teatro Guillermo Romo de Vivar, en Pachuca; el póster blanco anunciaba “Imagina” pero en un inglés que supuse se escribía igual o al menos parecido, y sobre estas letras un dibujito de un tipo con lentes y cabello despeinado y largo, a colores, por esta razón creí inocentemente que dicha película trataba de dibujos animados o algo por el estilo. Cuál sería mi sorpresa ver que en la mayor parte de la película (o al menos lo que más recuerdo) entrevistaban a un sujeto desconocido para mí con traje de color blanco, camisa del mismo color, lentes redondos, con cabello largo en raya en medio, al cual advertí un poco pasado de peso y que hablaba un inglés muy raro con voz un poco chillona. Admito con un poco de vergüenza que no recuerdo el resto de la película, la imagen que llevo más grabada en la memoria es esa: un tipo de lentes redondos vestido de blanco siendo entrevistado. La curiosidad estaba plantada.

       Años después, en los últimos días de mi educación secundaria la banda de música de la escuela interpretaba una canción instrumental cuyo título e intérprete originales desconocía, pero era tan cautivadora, hermosa, con acordes tan bien empleados, con una parte final que el público asistente extendió de forma majestuosa como coro de iglesia, tan fresca la canción que capturó mi atención en ese momento y a partir de ahí no pude sacarla de mi memoria inmediata, ni aunque quisiera. Estuve preguntando a muchas personas acerca de quién cantaba esa canción y su título, muchas no tenían idea al igual que yo, pero por fin una amiga me supo aclarar la duda: -ah, es la de Hey Jude- dijo ella; -ah, ok- dije yo; -de los Beatles- sentenció. ¿Quiénes son esos Beatles? Fue una interrogante que me persiguió durante mucho tiempo hasta que se presentó alguien en mi vida y me prestó un cassette hoy olvidado que contenía varias canciones de los Beatles, todas con título, entre las cuales estaban Don’t Let Me Down, Penny Lane, la mencionada Hey Jude, Yesterday, entre otras, o sea las más conocidas del cuarteto (que no necesariamente las mejores) pero hasta entonces no recuerdo haber visto en fotografía alguna a los dichosos Beatles.

       Tengo una tía que en esa época, después de mucho platicar de música sesentera, me prestó la caja de los Beatles consistente en varios discos de acetato en los cuales se reúnen sus mayores éxitos y alguna que otra canción menos conocida; en las fundas de éstos por fin pude ver a los Beatles en fotografías. Era una foto de la época del Sargento Pimienta y mi tía me nombró a cada uno de los integrantes bigotones: Paul, George, Ringo y John. Éste último me llamó la atención más que los otros por los lentes que usaba, redondos como nunca los había visto en alguien. Y bueno, tiempo después mi curiosidad de saber más de los Beatles alimentaba la investigación, el intercambio, las preguntas a todo el mundo y las peticiones de que me prestaran un disco, videos (de aquellos entonces), fotos o cualquier cosa que me hiciera apreciar y descubrir a fondo esa música de magnifica manufactura,

      Pero siempre había un detalle para analizar. John Lennon. El líder. El fundador. Aquel personaje de ojos semi-cerrados y una eterna no-sonrisa para presumir, el más ácido en sus comentarios, el más creativo, el más sincero y siempre diciendo la verdad, defendiendo su punto de vista. ¿Por qué? Porque Paul McCartney siempre fue el carita, el que tenía presencia, al que iban dirigidos la mayor parte de los gritos de las fans, el que trataba de quedar siempre bien con los medios y sin embargo, era también la fuerza creativa (junto con Lennon) del grupo, y aunque al final irremediablemente enseñó el cobre, nunca se puede negar que gracias a él, John Lennon fue lo que fue, y viceversa. ¿A quienes se le hubiera ocurrido componer Please Please Me, She Loves You, She’s Leaving Home, A Day In The Life, entre muchísimas otras si no a ellos?

      John Lennon me resulta digno de destacar a lo largo de su carrera beatlesca, desde el principio fue el líder, el fundador, el que no se creía el éxito explosivo, como en aquella escena del Shea Stadium en la cual abre sus brazos al cielo como implorando una respuesta, siempre tenía algo que mostrar, desde el principio de su carrera, tanto en Liverpool como en Hamburgo, algo que decir, lo mismo como escribir libros y hablar de forma rara en alguna entrevista para salir de lo común, comportarse irreverente, ácido y quisquilloso, algo siempre para que la gente hablara y las buenas conciencias de esa época saltaran de su sillón, como aquellas frases para que la realeza sacudieran sus joyas en vez de aplaudir (for our last number, I’d like to ask your help: would the people in the cheaper seats clap your hands, and the rest of you well just rattle yur jewelry, thank you), el decir que los Beatles eran más famosos que Jesucristo, que aunque era cierto fue una declaración que espantó a mucha gente, aunque claro, después de saber que no era tan grave y perdonarlo por ese tropezón, siguieron comprando sus discos; sin embargo, como siempre sucede a toda la humanidad, el amor nos hace cambiar. Y llega Yoko Ono a meter su cuchara.

     Bien, sabemos que John y Yoko se conocieron en una galería de arte, intercambiando chelines y clavos imaginarios se conectaron desde ese instante y ya nunca se separaron, exceptuando ese “fin de semana perdido” en donde Lennon andaba hecho un soberano desgorre. Y vaya que Yoko fue un personaje determinante en la vida Lennon que la cambió continua y completamente como muchos otros, tales como Paul McCartney, su tía Mimi, su madre e incluso también su padre, pero sobre todo Elvis Presley y todos los héroes del rock and roll, pero considero que ninguna persona tuvo tanta influencia sobre John que Yoko Ono. Como siempre sucede, los amigos prefieren a la novia y eso sucedió en los Beatles, John prefería pasar tiempo con Yoko que con ellos y eso se nota a leguas de distancia en los discos de la tercera época y se manifiesta de forma indudable en el álbum blanco. Aunque es claro que Lennon creó magníficas canciones en esta etapa (Julia, Happiness is a Warm Gun, Sexy Sadie, la inconmensurable, hermosa y perfecta I’m So Tired, entre otras) la influencia de Yoko Ono ahí está. Tuvo el descaro de invitarla a cantar una frase en The Continuing Story of Bungalow Bill, y hacer “experimentaciones sonoras” que originó Revolution 9, que siendo sinceros es un aporte interesante pero sumamente innecesario en la discografía, es espacio desperdiciado para dos o tres canciones que realmente hubieran valido la pena, la hubieran sacado hasta las Antologías…ah pero no, la artista avant-garde hizo berrinche bajo el consentimiento de John. Y de ahí para el real…

      Era inconcebible ver a John sin Yoko, para todos lados juntos, que si en las sesiones de grabación, que si en las fotos, que si en las conferencias. Sólo recuerden las sesiones de Let It Be, todos cansados, sin energía, ciertamente forzados a actuar, pocos, realmente pocos momentos de alegría como antaño, y todo esto aderezado con la presencia en todo momento de Yoko Ono, casi como fantasma siamés de John (aunque tal vez se hubiera ganado su lugar como quinto Beatle) sólo podía llegar a un término nada grato. Pero esto no fue todo. Siguieron ambos con sus experimentaciones sonoras lamentables (Unfinishied Music 1 y 2), visuales (la portada del Two Virgins, también) y algunos otros desfiguros (¡John Lennon se rapó! ¡Cómo es posible!), sin embargo con todas sus acciones memorables a favor de la paz, de los derechos humanos, palabras alentadoras y entre otras cosas, hizo creer al mundo que realmente se podía alcanzar la paz, que realmente el mundo podía ser mejor aunque sea por un momento, y se lo debemos de agradecer eternamente. Aunque es cierto que mucha gente culpó a Yoko de la disolución de los Beatles, sólo fue un factor más en algo descompuesto que ya no tenía arreglo, que dio lo que tenía que dar, que estaba desgastado. John cambió, es cierto, pero Paul, Ringo y George también, estaban creciendo, tenía otras obligaciones, tenían familias, proyectos personales y un montón de cosas que la gente debe de hacer cuando empieza a madurar (o envejecer). John cambió su forma de ser por Yoko Ono, pero ambos se amaban infinitamente. Esa es la justificación irrefutable.

      Pero afortunadamente haciendo un esfuerzo, se puede distinguir al John Lennon esencial, el creativo, el artista (de verdad artista, ya que ejerció casi todos los campos de las bellas artes, no como los “artistas” de hoy: simples figuritas de ornato), el músico. Desde Plastic Ono Band se notaba que su vena artística seguía intacta, como por ejemplo en God que es digna de mención con sus aires de reclamo al mundo y paradójicamente una canción mitad Beatle (Ringo toca la batería en ella) en la cual John renuncia a ellos (I don’t believe in Beatles) y donde menciona una frase que lo iba a acompañar de ahí en adelante: The dream is over; sabemos que se equivocó, pues el sueño nunca acaba, el sueño es eterno mientras dura; así también destacan Working Class Hero que serviría de fondo para cualquier manifestación de estos días, la maravilla de Love y la nada popular pero grandiosa Isolation. Pero su consagración como solista vendría en Imagine de 1971. La canción que da título al álbum es un himno, una plegaria inolvidable, una obra de arte majestuosa, pero no perfecta. No es muy compleja en cuanto a melodía, el coro sencillo y, la verdad, demasiado choteada pero eso sí, la letra que tiene la hubiera escrito sin ningún problema cualquier profeta de la antigüedad. Jealous Guy le habla de tú a las grandes canciones de amor de la historia. Compuso también How Do You Sleep? en la cual lo apoya George Harrison, otra canción mitad Beatle en donde ahora le echa tierra y manda ganchos al hígado a su antiguo compañero McCartney en varias líneas de verdad pasadas de lanza, rabietas momentáneas como Lennon diría después, pero rabietas al fin y al cabo. Y con estos ataques a McCartney me pregunto: ¿Dónde quedó el John Lennon pacifista, el que es un soñador pero no es el único, es que pretendía promover una hermandad del hombre? Una canción de paz y una para lastimar a un colega en el mismo álbum. Contradictorio en demasía pero eso es bueno, al fin y al cabo Lennon era humano, cometía errores, se arrepentía de ellos y era impredecible, como todos. Esto creo que lo devuelve a la verdadera dimensión terrenal que debe de tener siempre y no catalogarlo casi casi como una divinidad del cielo, un pacifista absoluto y un mártir por el cual rezar ante su altar; John Lennon era un magnífico artista, un ser humano ecléctico, inolvidable, pero afortunadamente un ser humano con defectos, virtudes y acciones para aplaudir y cuestionar.

      Lennon siguió haciendo discos, algunos magnificos (Walls And Bridges, Rock And Roll), otros regulares (Sometime In New York City, Mind Games aún con la magnificencia de la canción que le da titulo al álbum, Intuition y con Out The Blue) hasta llegar a su letargo voluntario de casi 5 años, los cuales le sirvieron de maravilla para recargar las pilas y regresar a la escena musical con un álbum trascendental en la historia del mundo: Double Fantasy.

      Es el mejor disco casi solista de John Lennon, al menos para mí. Compuesto por grandes canciones y 4 monumentos musicales: Watching the Wheels, sencilla, sonido profesional contenido en un canto a la tranquilidad, para ver la vida pasar sin sobresaltos; Beautiful Boy (Darling Boy), canción perfecta para el amor de un padre a su hijo con una frase que cualquier poeta del renacimiento hubiera matado por escribir (life is what happens to you while you’re busy making other plans); Woman, dedicada a la otra mitad del cielo, a mi parecer la más grande obra musical destinada a aquel ser capaz de conjuntar en un mismo cuerpo las cualidades más sublimes y grotescas de la especie humana; y la más grande canción escrita por Lennon (al menos como solista y en mi opinión): (Just Like) Starting Over, que desde el principio, al escuchar las campanillas uno sabe que se encuentra ante una obra de arte monumental, con aires de los años 50’s, la voz doblada de Lennon la hace más exquisita, la instrumentación es redonda, totalmente exacta y precisa y con una letra de gran esperanza, de que todos tenemos una segunda oportunidad al comenzar desde cero, un homenaje por completo al amor. Es por esto que esta canción me resulta sublime, impar, gloriosa, excelsa y extraordinaria. Creo que eso es disfrutar la música.

       En Diciembre de 1980 poco o nada sabía yo de la vida, puesto que sólo tenía escasos 7 meses de vida por lo cual ni enterado de la desafortunada pérdida física de Lennon, cortesía de aquel obeso desequilibrado que, bien decía mi primo, es la persona más indeseable del mundo, aunque me reconforta saber que al menos vivimos al mismo tiempo bajo el mismo cielo alguna vez. Conservo celosamente varios ejemplares de periódicos nacionales con fecha del 9 y 10 de diciembre de 1980, todos viejitos y delicados, que daban los pormenores del asesinato de John Lennon, que si el asesino lo andaba acechando, que cuales fueron las reacciones de los otros Beatles, cuanto dinero dejó, las reacciones mundiales en fin; sin tratar de exagerar fue realmente un día en que el mundo ya no fue seguro, cuando se perdió cierta inocencia, la música no volvió a ser la misma otra vez (la música cambió desde que los Beatles aparecieron, como en el mago de Oz cuando todo pasa de sepia al mundo del color), posiblemente tuvo una de sus tantas muertes, como la revista Time tituló en alguna de sus portadas y creo que todo era ya posible de suceder. Recientemente adquirí una entrevista en audio que le hicieron a John el mismo día de su muerte la cual por obvias razones es especial, pero se escuchaba tan entusiasmado platicando de su disco, de sus planes futuros, de su vida de padre y esposo y, curiosamente, como si se avecinara un evento extraordinario, como presintiendo algo, también habló de cómo conoció a Paul, los primeros años de los Beatles, el primer encuentro a detalle con Yoko, el rompimiento de los Beatles, casi toda su vida resumida a grandes rasgos en esa entrevista. Además la nostalgia me invade cuando veo el video de Woman, donde se muestra una Yoko Ono sola, distante, y referencias a la muerte de John con una foto apenas visible de él en la morgue; pero me invade el doble de nostalgia y más tristeza el ver el video de Real Love, que aunque bien logrado, muy completo (y a mi parecer mejor que el de Free as a Bird), tengo la sensación de que algo obviamente falta; los Beatles modernos, los Beatles sin John, falta Lennon físicamente y eso es algo que siempre se tiene que lamentar, pero supongo que también tenemos que agradecer a la tecnología por haberlos “reunido”. Pero como ya sabemos, la reunión ya comenzó, sólo faltan Paul McCartney y Ringo Starr.

       Tengo la fortuna de conocer (sólo musicalmente, no personalmente, snif snif) a los grandes y mejores exponentes de la música moderna, del rock, de la esencia de la adrenalina: The Who, The Rolling Stones, The Doors, Led Zeppelin, Yes, PINK FLOYD (éstos sí, con mayúsculas y con rojito, pa’ que resalten), U2, Oasis, Radiohead, Jimi Hendrix, Janis Joplin, Queen, King Crimson entre un largo etcétera, pero hay algo en mi DNA que me liga a The Beatles, hay algo en mis células que me hacen sonreír al escucharlos, algo en mi cerebro que los ubica en un lugar privilegiado en mi vida, y por ende a John Lennon, el de los lentes redondos, el de cabello largo y rebelde, el líder, el pacifista, el amo de casa, el panadero principiante, el de los ojos semi-cerrados, el que se equivocó al decir que el sueño había terminado, el que renegaba de su pasado Beatle, el omnipresente en cualquier aspecto de mi vida, el ejemplo, el artista completo y el tipo de lentes redondos vestido de blanco siendo entrevistado.

       John Lennon es eterno.